Por qué aún no dar lo seguro por cierto. Acerca de «Ruina» de Jonnathan Opazo

                                                                                            Bifurcaciones, 2021

Por Simón Villalobos

La ruina constata aquello que no se termina
de distinguir. El pasado ilegible, el presente energizado, el futuro en que esa
energía se dispersará, la incertidumbre. La dispersión del presente. Opazo hace
chocar en las investigaciones que forman su libro objetos y acontecimientos de diversas latitudes y registros
culturales (Infiernillo, Pompeya, Notre Dame, Detroit, Shopping Center del
Pacífico, etc.). Lee, visita, tropieza, pasea, memoriza detalles de
construcciones abandonadas. La destrucción apura nuevas comprensiones, libera nuevas
posibilidades de significación bajo una premisa paradojal: “lo fugitivo
permanece y dura” (Lope de Vega). Se amalgama ese impulso naciente con el decorado
de un fin que demora demasiado o en suspenso, a pesar del aura de fatalidad que
lo rodea: “mensajes amorosos hechos con un clavo”, los vampiros de Jarmush,
gigantescos centros comerciales en desuso, el vaporwave y una fugitiva de las tormentas de fuego que triunfaron
sobre la Alemania nazi con un hijo calcinado en su equipaje. Sobre estas
escenas la ruina se expande e interroga al despreocupado lector y a Jonnathan
Opazo primero, braceando entre el terremoto de 2010 y el Poema de las tierras pobres de Jorge González Bastías, es decir, entre
el quiebre en que la derecha bajo el tópico de la reconstrucción y el toque de
queda vuelve a gobernar el país; y el margen de lo metropolitano, pero también
margen de lo rural productivo: el recuerdo de la tierra sobornada -en palabras
de John Berger-, la oscilante segregación económica de la producción agrícola y
sus derrumbes sin historia entre los cerros.

Encuentro en internet un poema de Olvido
García. Comienza: “formas rapaces volaron en el lienzo / antes de la quietud:
el mundo se ha dormido”. La dubitativa percepción (el dinamismo en la pintura,
el animal esbozado, lo demás en vilo) contrasta luego con los objetos comunes:
“el agua verde dura ya seis siglos, negra la barca, negro / el castillo y los
viñedos en el fondo”. Lo que se da por conocido y eso otro que no se completa,
contrapunto u oblicuidad de distintos planos de la experiencia, bajo el efecto
de los textos de Ruina no tienen para
mí ya otro centro, otro ánimo, que la observación melancólica, el cultivo, la
fermentación fantasmal de los vestigios. Sugestionado, confirmo, el poema
retoma y finaliza: “Formas rapaces volaron en el lienzo / antes de la quietud.
La quietud / de la vida, de lo que permanece / en lo deshabitado”.

Cómo los restos, la erosión o broza
componen un ámbito expectante, una forma en que la imagen obliga a orientar su
disonancia, esta pregunta enmarca los merodeos que Jonnathan Opazo pone en
juego en una escritura honesta y artificiosa, meditada y punzante, fija en las
variaciones que accidentan una serie de certezas convencionales. Entre ellas, vulnera
el deslinde -nunca definitivo- entre el ensayo y la crónica, priorizando de
ambos géneros el logro de una amplitud que va de la lectura al callejeo: un
solo recorrido que imanta e impulsa materiales adyacentes. Asimismo, las
abundantes citas y el desarrollo de comentarios de documentos heterogéneos y
parciales –fotografías, películas, traducciones, relatos y anécdotas- autorizan
el carácter disruptivo del sujeto enunciante o escritor, que se abre paso en
abierta conjetura a una perspectiva sumaria y capital. Los fragmentos
apilados obligan a forzar la vista, acercarse a los cabos sueltos y conforme se
avanza descubrir sus enlaces, convencidos ya tácitamente del principio que los
reúne.   

Jonnathan Opazo Hernández (1990). Ha publicado los libros de poesía Junkopía (Bifurcaciones, 2016), Cangrejos (Gramaje, 2018) y Baja fidelidad  (Aparte, 2019). Coinvestigador Espacio vívido. Poblaciones obreras de Talca (Ediciones UCM, 2020). Premio Roberto Bolaño 2016. Ha colaborado con crónicas y reseñas en medios digitales y escritos como revista Dossier, Medio Rural, Lo que leímos y La raza cómica.