El remedio
del sabor
Se rentó el cuarto de al
lado,
pasos
en un azotea que se abre al aire,
por
la ventana entra la noche y la luz del rótulo,
el
rojo y el blanco
reflejados
en la pantalla limpiada diez mil veces
la
sobrevivencia de las mucamas,
sábanas frías por el suelo,
un silencio con sonido de zipper,
la boca sopla un pudor que entra al músculo
y tal cusco salta el monte cruzando así el muro del útero,
el colchón oscila tanto que la Biblia se cae del buró
regresa al charco de ilusión
ellas hacen fiesta con la humedad
palmas arriba y sentirás el fresco.
pisamos tierra y no luchamos
ni juicio que lo suspenda,
porque no lo hubo al tocarse, al sentirse
sin testigos más que la ausencia y el hastío
parados en una esquina rozándose al cielo
Una carretera larga enfrente de nosotros, una muy muy gris.
la tierra fértil se había acabado
tenía que estar ocupado por quien fuese
una llamada tras otra,
buscando un sí voy
sigue sonando ocupado, porque iba a cambiar
una isla cambia hasta que se hunde.
los cuida, les limpia las ropas,
los pule brillante
y el volante no me deja estirar las piernas
los deseos cantan tal cual pajarito amarillo
picoteando la ventana
tin, tin, tin
a veces son manchas de ácido,
un montón de ojos que no lloran,
y flores que nunca pierden su verde vivo
los que me ayudaban
se cansaron de dar abrazos a lo inerte,
sino para no ver el golpeteo de imágenes en las ventanas
mi padre ya estaba allí sentado con cara triste
me detuve y de un jalón abrí la cajuela
un jalón nada más
los regalos sin abrir y los quemé.
Kryzia Villada (Santa Clarita, Estados Unidos, 1989)
Estudió Antropología Lingüística, en San Diego.
Actualmente, estudia Cinematografía en Madrid y continúa sus estudios a distancia
en Ciencia Política y chino mandarín en la Universidad de Hawai’i.